Existencias agotadas
Minimum purchase quantity
The minimum purchase quantity is not reached

 

NEWSLETTER

Si quiere estar informado de los nuevos artículos en este sitio web ...

 

Los relojes de cuco de la Selva Negra

Los relojes de cuco de la Selva Negra

Los relojes de cuco de la Selva Negra

 

Por otra parte un experto como Schaaf puntualiza que R. Dorer había resaltado, ya en 1948, que Franz Anton Ketterer (1734 – 1806) no pudo haber sido el “inventor” del reloj cucú en 1730 pues no había nacido entonces. En la actualidad esta es la opinión de los eruditos alemanes en materia de relojes; baste como ejemplo el resumen hecho por Bender en la edición más reciente (1998) del primer volumen de su trabajo Die Uhrenmacher des hohen Schwarzwaldes und ihre Werke (Los Relojeros de la alta Selva Negra y sus obras), donde puntualiza que el reloj de cuco no es nativo de la Selva Negra, asimismo expone lo siguiente: "No hay rastro de los primeros relojes cucú hechos por Ketterer". Esta es principalmente la conclusión a la que han llegado expertos como Gerd Bender y Schaaf. El análisis de Schaaf sobre “unos 200 años” de discusión sobre cuando y donde se fabricó el primer reloj cucú fue expuesto en su Schwarzwalduhren Relojes de la Selva Negra (1995), facilitando su propia investigación, la cual le lleva a los primeros relojes de cuco en el área de “Franken/Niederbayern” (Este de Alemania), en dirección a Bohemia (Región de la República Checa) que, según apunta, da credibilidad a la versión de Steyrer.

 

La leyenda que asegura que el reloj cucú fue inventado por un relojero de la Selva Negra (Franz Anton Ketterer) en 1730 es repetida una y otra vez, pero no es cierta.[7] El reloj de cuco es mucho más antiguo que la industria relojera de la Selva Negra. Ya en 1650 el ave con su inconfundible canto formaba parte de los libros de consulta de la época. Tuvo que pasar casi un siglo para que el reloj de cuco comenzara a fabricarse en la Selva Negra, donde ha permanecido hasta la actualidad como uno de sus productos más vendidos.

 

Si bien la idea de colocar un cuco autómata en un reloj no se originó en la Selva Negra es preciso recalcar que el reloj cucú, tal como lo conocemos hoy, proviene de esta región localizada en el suroeste de Alemania cuya tradición en la fabricación de relojes se inició a finales del siglo XVII. En efecto, han sido las gentes y artesanos de la Selva Negra quienes crearon esta industria artesanal, desarrollaron nuevos diseños y perfeccionaron su maquinaria, que en un principio se hacía de madera, pero a medida que avanzaba el siglo XIX, primero algunas piezas, y todo el bastidor después, se construían y construyen de latón (una aleación de cobre y zinc). Aún hoy continúan innovando con nuevos diseños, combinando otros, y aplicando mejoras técnicas que han hecho del reloj cucú una pequeña obra de arte apreciada en todo el mundo. La historia del reloj de cuco va unida con la Selva Negra.

 

Aunque el mecanismo del cuco ha permanecido básicamente inalterado, su apariencia ha cambiado a medida que el diseño y las maquinarias de los relojes evolucionaban en la Selva Negra. En un principio muchos relojes cucú se hacían en el estilo típico de la Selva Negra, el cual presenta un panel de madera cuadrado y semicircular en la parte superior, donde estaba situada la puerta por la que salía el pájaro. Generalmente, se decoraban con flores y otros elementos pintados a mano. Este estilo fue el predominante entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX. Esto relojes son conocidos por el nombre de Schilduhr –literalmente reloj-escudo, placa.

 

Hacia mediados del siglo XIX y hasta la década de 1870, también se hicieron relojes de cuco en el tipo de reloj de la Selva Negra conocido como Rahmenuhr (Reloj enmarcado). Estos escasos relojes de cuco se caracterizaban por tener un marco provisto de una pintura, litografía o serigrafía, representándose generalmente escenas y paisajes propios de la Selva Negra pintados sobre madera o una lámina de metal. Otros temas fueron: la caza, el amor, la familia, el nacimiento, la muerte, la mitología, escenas militares y escenas religiosas cristianas. Por lo general la pintura estaba protegida por un cristal y algunos modelos presentaban una persona o animal con ojos que se movían de un lado a otro, siendo accionados por un sencillo mecanismo movido mediante la oscilación del péndulo. Si bien la mayoría de estos relojes eran de pared también hubo algunos de sobremesa. El ave participaba normalmente en la escena representada en la pintura.

 

Durante la época victoriana hasta los años 20 y en función de los gustos decorativos imperantes en cada momento, cuando los burgueses comenzaron a comprar relojes con cajas de estilo gótico, renacentista, barroco, neoclásico, biedermeier (algunos modelos también incluían la pintura de una persona o animal con ojos que se movían de un lado a otro), modernista etc., asimismo empezaron a hacerse relojes de cuco basados en los citados estilos. Esta clase de relojes de cuco de la Selva Negra, basados tanto en estilos arquitectónicos como en estilos decorativos para interior, podían ser de sobremesa o de pared y son muchos más raros que los del estilo Bahnhäusle y sus derivados.

 

Pero el popular Bahnhäusleuhr con forma de casa forzó, prácticamente, la desaparición de los demás diseños en unos pocos años.

 

 

1850 - El reloj "Bahnhäusle", el diseño del siglo de Furtwangen

 

En septiembre de 1850 Robert Gerwig, el primer director de la Escuela de Relojeros del Gran Ducado de Baden en Furtwangen, convocó un concurso público en el que hacía un llamamiento a los artistas alemanes y entendidos, para que presentasen diseños de relojes que permitiría a los toscos relojes de fabricación casera, ganar una apariencia más profesional y de mayor calidad.

 

Friedrich Eisenlohr (1805-1854), que como arquitecto fue responsable del diseño y construcción de las estaciones, casas de los guardas, marquesinas, etc., a lo largo de la primera línea de ferrocarril del Valle del Rhin, presentó el diseño más trascendental. Consistía en una caja cuadrada rematada en triángulo isósceles, lo que le da el aspecto de una casa con tejado. Se inspiró en la fachada de las residencias de los jefes de tren, que el mismo había erigido, añadiéndole un dial o esfera. Su «Reloj de pared decorado con hiedras» –en realidad está adornado con vides, no con yedras– como así se refieren al mismo en un informe manuscrito de la Escuela de Relojeros de 1851 o 1852, se convirtió en el prototipo de los relojes de cuco de hoy en día, que conocidos bajo el nombre de «tradicional» presentan en madera: hojas de parra talladas, aves, cabezas de ciervo (tipo Jagdstück), otros animales, etc.

 

Eisenlohr, en consonancia con el movimiento romántico de su tiempo, se inspiró en el entorno local y en la naturaleza para su creación. A diferencia de los relojes de cuco actuales, su caja de madera era de un tono claro y sin colorear, adornada con un calado plano y simétrico.

 

El diseño se Eisenlohr se convirtió en un éxito inmediato porque el moderno Bahnhäusle «Estación de tren» encajaba bien con los gustos decorativos de la creciente burguesía, lo que le permitió introducirse en un nuevo mercado en expansión.

 

Los primeros fabricantes de relojes de estilo Bahnhäusle se desviaron del diseño original de Eisenlohr en solo un aspecto: obviaron el mecanismo del cuco. A diferencia de hoy, el reloj con forma de pequeña casa no era sinónimo de reloj de cuco en los primeros años posteriores a 1850. Este es otro indicio más que prueba que por aquella época el reloj de cuco no tenía una cuota de mercado importante.

 

Habría que esperar hasta diciembre de 1854 cuando Johann Baptist Beha, el fabricante más conocido de relojes cucú de su época, vendió dos ejemplares con pinturas al óleo en el frontal al comerciante Gordian Hettich de Furtwangen, descritos ambos como Bahnhöfle Uhren (relojes "Estación de ferrocarril). Más de un año después, el 20 de enero de 1856, otro respetado artesano de Furtwangen, Theodor Ketterer, vendió uno a Joseph Ruff de Glasgow (Escocia, Reino Unido).

 

Al mismo tiempo que Beha y Ketterer, otros relojeros de la Selva Negra empezaron a equipar sus relojes Bahnhäusle con el mecanismo del cuco para satisfacer la rápida y creciente demanda de este tipo de reloj. A mediados de la década de 1850 se inició una gran demanda en este mercado.

 

Hacia 1860, el estilo Bahnhäusle ya había comenzado a alejarse del sobrio diseño original, evolucionando, entre otros modelos, hacia el conocido como "Jagdstück" (literalmente Pieza de caza, creado en Furtwangen en 1861), un reloj cucú con hojas de roble talladas en madera y motivos relacionados con la cacería como; trofeos, escopetas, morrales para la pólvora, trompa de caza, cabeza de ciervo, etc. El reloj Bahnhäusle y sus distintas versiones se han convertido en un símbolo de la Selva Negra fácilmente identificables en cualquier lugar del mundo.

 

En 1862 el prestigioso relojero Johann Baptist Beha, empezó a utilizar en sus relojes Bahnhäusle ricamente decorados, agujas talladas en hueso y pesas con forma de piña de abeto. Incluso hoy esta combinación de elementos es característica de los relojes de cuco, si bien las manecillas suelen hacerse de madera o plástico, en el pasado también se empleó celuloide blanco en su fabricación. En cuanto a las pesas, hubo durante esta segunda mitad del siglo diecinueve, algunos modelos que presentaban unas curiosas pesas hechas con forma de Gnomo.

Tan solo diez años después de que Friedrich Eisenlohr inventase el estilo Bahnhäusle, todas las variaciones del reloj con forma de casa ya habían alcanzado la madurez.

 

Aunque también se fabricaron relojes Bahnhäusle y sus derivados, de sobremesa, no fueron tantos como las versiones para pared.

 

El reloj cucú triunfó y se hizo mundialmente famoso después de que Friedrich Eisenlohr presentase en 1850 el diseño Bahnhäusle al concurso de la Escuela de Relojeros de Furtwangen.

 

Aún hoy sigue siendo uno de los recuerdos preferidos por los turistas que visitan Alemania, Austria o Suiza.